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martes, 1 de febrero de 2011

¿Por qué oponerse a la prohibición de la tauromaquia y pelea de gallos?


 Porque hay materias en las que determinar la Verdad es muy difícil; porque los seres humanos no podemos ponernos de acuerdo sobre todo, y porque toca tolerar lo que nos molesta, incluso lo que abominamos, ya que no hay otra forma de convivir pacíficamente.
Oponerse a la transfusión de sangre entre los Testigos de Jehová, como la heroína en la vena de los muchachos, como las misas ruidosas de los evangélicos o la cacería con rifle son males a los que uno debe oponerse con argumentos, con discusión y polémica, pero no con prohibiciones legales. Las corridas de toros y pelea de gallos no deben prohibirse: se deben extinguir porque nadie asista a ellas.
Se dice que uno debe tener una posición tajante y clara. Que quienes no lo hacemos somos unos tibios, tembleques especializados en quedar bien con todo el mundo. Pues no: resulta que mantener el equilibrio es muy difícil. En realidad se queda mal con todo el mundo, en especial con fundamentalistas y fanáticos de parte y parte. Sin embargo me parece que en este caso conviene seguir una premisa muy sabia de  Voltaire: “La discordia es la gran peste del género humano, y la tolerancia es su único remedio”. De lo contrario seguiremos viviendo a los mordiscos, como perros y gatos. Pienso que las personas que defienden los derechos de los animales son gente respetable de bien y con sentimientos loables, sin embargo no creo que tengan la potestad de elegir que animal si defender y cual no, Hoy son los gallos, los toros, mañana las reses, los pollos, el cerdo en fin así hasta que unos cuantos se sientan contentos. Y que hay de las personas que no están de acuerdo? donde esta la libertad de poder escoger, de tener alternativas de vivir en libertad de poder pensar, opinar, leer, escribir, escuchar o ver lo que nos gusta, no soy amante de la tauromaquia y mucho menos de la lidia de gallos es mas nunca he ido a estos espectáculos, pero creo que debemos respetar  el criterio y la posición de los demás.

Jorge Ricardo Cornejo
Enero 2011   

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